GUARNICIÓN / NYC Eating Notes
Complemento del plato fuerte: "La Decisión Correcta"
Gracias a la sabiduría de Juani me di cuenta de que deliberadamente estaba dejando afuera un montón de comentarios, recetas, y notas random sobre gastronomía que aplican a ciertas newsletters que escribo. La realidad es que he intentado incluirlos pero, al terminar cada entrega semanal, Substack me deja sin caracteres libres para mis periplos culinarios.
A partir de ahora, voy a enviarte un suplemento 100% gastronómico. Un aditamento que se sirve como complemento del plato fuerte.
En este mundo hiperconectado donde cada día surgen decenas de foodinfluencers que reseñan todo lo que se les cruce, me gustaría aclarar lo siguiente: No me dedicaré a convencer a nadie de visitar tal restaurante, ni a vender recintos como “imperdibles”, ni a dictaminar que tal emprendimiento es “el mejor” en equis área. No me interesa pensar la comida como espacio de competencia ni rendirle culto al chef. Por otro lado, soy plenamente consciente de que salir a comer afuera es un lujo cada vez más restrictivo. Espero que aquí encuentres nuevas formas de disfrutar la comida que no impliquen desembolsar abultadas sumas en el nuevo spot de moda, ni en ingredientes carísimos para replicar recetas virales.
A veces lo que traiga se vinculará con lo narrado en newsletters previas, como en el caso de hoy. Otros días te contaré qué plato estuve desarrollando en mi cocina, qué te recomiendo leer, qué utensilio me obsesiona o qué receta ancestral recuperé.
Hoy la Guarnición acompaña un principal ambientado en Nueva York. Durante las dos semanas que relato abajo, la mesa con amigues se convirtió en mi refugio. Es que, históricamente, la cocina sabe ordenarme, sacarme del bajón, sorprenderme e inspirarme.
🗒️ NYC EATING NOTES 🗒️
Cenamos en Rosa’s Pizza en Brooklyn a un par de cuadras del Airbnb, recomendación de Tiff. La opción con berenjena empanada frita me pareció un hallazgo. Fácil de resolver, vegetariana, barata, hace que la pizza incorpore otro vegetal: suma por todos lados. Mi recomendación —para imitarla en casa— es preparar milanesas finitas y sí o sí freírlas :)
Esta ensalada thai de mango y langostinos permanece en mi memoria como uno de los platos más ricos que degusté durante la estadía. Resultó ideal para el calor acuciante que invade NYC a principios de julio. Los vegetales iban cortados muy finos: repollo, zanahoria, pepino, verdeo (lo que se conoce en inglés como shredded salad). La menta y la albahaca thai aparecían como protagonistas, no como meras aromáticas sutiles. Una genialidad el crunch del praliné de maní y los trozos de mango jugosos; todo condimentado con una vinagreta dulzona a base de manteca de maní, lima y salsa de pescado. Podrían haber omitido los langostinos e igual la ensalada se la bancaba por sí sola.
Estas papas con parmesano y aceite de trufa + sangría de vino blanco fueron de esos aciertos que se disfrutan particularmente porque el cuerpo te pide tomar algo fresco. Después de caminar por el South Street Seaport, esta parada técnica resultó clave para renovar energías y —adivinaste— seguir caminando. Como gran consumidora de “algo salado” para acompañar los cocktails, opino que es hora de que abandonemos las salsas cremosas sobre las papas (que las ablandan) y pasemos a rallarles quesito, sumarles hierbas o condimentarlas con sales compuestas (sal de merken, de ajo, de algas- son fáciles de hacer, incluso).
El Sunday Brunch que devoramos en Harlem fue inolvidable por varios motivos. Llegamos tarde a la iglesia cuyo coro queríamos escuchar y no nos quedó otra que recalcular planes. Pasamos por Red Rooster Harlem y nos sedujo su propuesta: comida soul y música gospel en vivo. Yo soy ferviente apasionada de los platos que combinan dulce y salado, así que el waffle con pollo frito y maple syrup me parece una conjunción de aquellas. Complementamos con un cornbread, también dulzón, y su buffalo sauce para el toque picante. Comí entre lágrimas, emocionada por las voces excepcionales que resonaban en el establecimiento. A esto me refiero cuando digo que prefiero gastar mi dinero en experiencias, no en cosas. No me olvidaré jamás de ese domingo.
No puedo omitir la cena que cerró una noche apasionante en el Moulin Rouge. Bueno, no en el verdadero, en París, sino en su versión musical en Broadway. Con V salimos del teatro alucinadas después de dos horas y media de magia pura sobre el escenario. Kyle, amigo, nos había reservado mesa en Marseille, un bistró francés paquetísimo. La ambientación, la comida, la música, el servicio: todo fue impecable (y acorde a lo que se paga, que es mucho). Comimos pulpo grillado, tartare y un quiche de queso de cabra. El plan cocktails y small plates es el que más me cuadra a esa altura de la noche. Vale aclarar que normalmente disfruto cenar 18:30 o 19 h, y por eso no tenía ganas de un plato contundente a las 23 h. Agradecimos sin vacilar el gesto de Kyle, que nos resolvió los planes, porque no es fácil comer bien tan tarde en NYC (contrario a lo que reza el dicho popular de que “la ciudad nunca duerme”).
El día que cruzamos el puente de Brooklyn el calor rajaba la Tierra. Recuerdo otro viaje, hace añares, cuando lo atravesé con Mamá bajo la lluvia. En ambas ocasiones usé un paraguas para resguardarme: una vez de la lluvia torrencial, la otra para evitar desmayarme en el asfalto. En estas circunstancias, al llegar a Dumbo el helado se volvió necesidad. Nos sedujo la fachada de Odd Fellows, pero lo que nos terminó de convencer fue que ofrecieran sabor CHOCOTORTA.
La experiencia en MOMOFUKU’s Ssam Bar de Dave Chang, en el puerto de Lower Manhattan, marca un sueño cumplido en mi lista de restaurantes para probar una vez en la vida. Me entregué al menú por pasos de la mano de amigues que lo disfrutaron conmigo. Comimos y bebimos nivel cinco estrellas: inolvidable y ridículamente caro. En ese momento tan particular de mi vida (del cual les conté en la newsletter que este suplemento acompaña), habilitarme esta cena fue un abrazo de mí hacia mí.
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Soy amante de los diners como espacio de resistencia a la moda del latte con croissant. ¿Hay algo más rico que la panceta bien crocante? Con papa y huevo, como pedí, levanta hasta un muerto. La institución que es el bagel en NYC siempre se elige con entusiasmo. Con semejante arranque de día, generamos combustible para rato.
El cheesecake de S’mores de Eileen’s Special Cheesecake se come, en mi opinión, sentada en un parquecito; ideal para jamás dejar de maravillarse ante la diversidad que recorre Nueva York. Desde 1974 siguen en ese rinconcito de Nolita. Para perdurar tanto en una megaciudad así, algo están haciendo bien.
Hasta aquí, la primera entrega de GUARNICIÓN
Todo feedback y recomendación me sirve un montón para terminar de darle forma a este nuevo espacio.
No dejes de contarme si preparás la pizza con berenjena frita o las papitas con queso rallado y hierbas. Me encantaría ser partícipe de la magia que surge en tu cocina.
¡Gracias por tu lectura atenta!
Bienvenida guarnicióooooon
Papas con oliva, sal ,pimienta, romero fresco y merkén! Y las berenjenas fritas y puestas en capas con salsa de tomate y queso al horno, habrá que hacer la pizza 🍕, gracias!