La decisión correcta
¿Cómo accionar cuando, para tomar lo que deseo, tengo que soltar otra cosa?
Hoy hace exactamente un año aterrizaba en Manhattan. Tenía planeado visitar NYC desde febrero, cuando me crucé en Mar del Plata con mi amigo Juan que reside en Wonderland (así le digo yo a su paradisíaco hogar). “De alguna forma, en el verano me tenés ahí”, le prometí. No sabía aquel entonces que esas dos semanas en la Costa Este plantarían la semilla para lo que está germinando ahora.
Fast forward a mayo, ciudad de México. Acordate que nos situamos en 2022. En una charla con mi amiga V. (a quién estaba visitando), queda en el aire que está planeando ir a ver amigos a Manhattan. Mi sentido arácnido viajero se enciende de inmediato. En dos semanas armamos unas vacaciones que lo tendrían todo (aunque en ese momento, aún no lo sabía).
A veces en la tragedia, a veces en la sorpresa, a veces en la alegría, la cuestión es que la vida suele dar vueltas tan inesperadas que solo queda sonreír y entregarse.
En este viaje me tocó reflexionar acerca del momento en el cual, como dice Pessoa, “es hora de abandonar las ropas usadas que tienen la forma de nuestro cuerpo y olvidar los caminos que nos llevan siempre a los mismos lugares”. Reconozco esa urgencia porque me atraviesa todo el cuerpo, como una ola de emociones que me electrifica de solo pensarlo. Negarme a lo que es, al cambio, al movimiento, resulta imposible. Ya no necesito luchar. Ya sé que todo va a estar bien.
La Luján que (entre otras cosas) fue cantante, después traductora, después cocinera, después viajera, ante cada salto no tuvo tan claro que sencillamente debía entregarse. La versión de mí que se la jugó completa hace un año SÍ lo supo. Me dediqué 14 días hedonistas en Nueva York y pude disfrutarlos con la incertidumbre a cuestas. Pude ser consciente de que me lo había ganado.