Desobedientes - Comunidad de suscriptores
Un nuevo espacio seguro donde encontrarnos
La newsletter de hoy inaugura una nueva etapa en esta publicación.
Abro oficialmente mi comunidad de suscriptores desobedientes.
Un territorio especialmente diseñado para mis lectores más fieles: personas a las que el mundo, tal cual está, les pica; espíritus que no solo no temen ir hacia la incomodidad, sino que lo buscan activamente.
Seguí leyendo para enterarte de todos los detalles.
A veces me cuesta dimensionar la cantidad de gente que me lee. No porque se trate de un número particularmente alto, sino por el nivel de exposición que implica tener un proyecto como este, donde vuelco experiencias personales y, a veces, sumamente dolorosas.
No sé en que momento de mi travesía narrativa te uniste; ergo, desconozco cuánto sabes del origen de este Substack. Me gustaría, pues, arrancar esta newsletter especial presionando el botón Rebobinar para llevarte al pasado brevemente.
El momento bisagra ocurrió cuando abandoné mi empleo formal el año pasado y comencé a explorar mi relación con el concepto de trabajo y su valor. Hoy cosecho los frutos del efecto dominó que arrancó mientras embarcaba a NYC, el 1 de julio de 2022.
Mi empleador estadounidense me llevó a una encrucijada de la noche a la mañana: Si querés seguir trabajando para nosotros, no tenés permitido viajar más que 2 semanas al año en tus vacaciones. Así me lo explicó sin rodeos la misma empresa que, durante años, no había tenido inconvenientes con que viajara con frecuencia. Así, con un pie en el avión prácticamente, me anunciaron por teléfono que mis condiciones de contratación habían cambiado de un plumazo. La cereza del postre fue que esperaron a que me fuera de la oficina al aeropuerto para anoticiarme. Corporate America, lisa y llanamente.
La noche anterior, en una cena (¡en mi honor!) había contado que por fin volvía a sentirme feliz después del duelo por la muerte repentina de Mamá. Había compartido con entusiasmo que me había enamorado de alguien que no vivía en EE. UU. Grave error pensar que la autenticidad se celebra en todos los ambientes. Grave error del cual aprendí muchísimo sobre la clase de empleo (y empleador) que quiero para mí.
Me instaron a elegir entre mi vida personal y mi vida profesional en un plazo de 15 días. Como expliqué en otra news, renuncié sin titubear. Empero, si bien lo describo como una elección, no siento que haya decidido desde la consciencia o el raciocinio. Todo mi cuerpo me indicó lo que yo ya sabía que quería hacer. Abordé mi vuelo conmocionada y saqué el celular, que ya estaba en modo avión. Tipeé de corrido lo siguiente en el bloc de notas:
Yo necesito moverme cuando a mí me parece durante el tiempo que considero necesario porque constituye mi manera de habitar la Tierra. Yo me muevo para disfrutar/ y conocer/ y recorrer/ y asombrarme/ ante la diversidad del planeta, pero también me muevo por el ombligo, llevada por un cordón umbilical invisible que me ata con el mundo.
Yo viajo mucho a besar y oler a mis sobrinos cuando ya no doy más de verlos por FaceTime. Viajo a tomar cinco pavas de mates con mis amigas, a veces con maridajes estrafalarios como empanadas fritas de carne, porque somos vanguardistas. Viajo a llenar mis desayunos, almuerzos y cenas con planes que incluyan a mi gente querida, que en tantos años de hacer de todo, afortunadamente es mucha. Viajo a obligarme a quedarme despierta después de las 23 h para salir de jodita y chisme. Viajo también para ―muy ocasionalmente― dármela en la pera y vivir de esa anécdota hasta el próximo reencuentro, recordando las risas compartidas que tanta falta hacen cuando uno es feliz viviendo lejos. Mi riqueza son mis amigues.
Se puede ser feliz extrañando algo siempre. Es una elección. No es sencillo pero se lleva adelante y, en mi caso, otorga un brillo peculiar a cada vínculo. Cada vez que veo a mi gente, se me ilumina el alma. Es como una recarga que atesoro porque sé toda la falta que me va a hacer. Desde que vivo nómade, estoy muy presente. Estoy donde están mis pies y lo disfruto.
Durante un tiempo me dio culpa. Un tiempo ridículamente largo. Me retumbaba en la cabeza: “¿Quién sos vos para creerte que podes vivir viajando y ser así de libre?”. Una pavada cuyos ecos aún resuenan, aunque aprendí a no prestarles atención.
Lo de hoy es otra confirmación de lo que yo ya sabía, esa frase de mi amiga C., que adopté cual mantra: “Tu negocio es tu libertad”.
Si me seguís en IG hace tiempo (plataforma donde últimamente comparto memes, más que nada), quizá recuerdes el momento donde empezó a atravesarme el cuestionamiento de mi propia productividad. Apareció entonces una pregunta difícil, pero urgente:
¿Qué lugar ocupo en el engranaje capitalista, que me obliga a colocar el trabajo en el centro de mi vida?
Los millenials nacimos con el mandato incorporado: sos tu trabajo, así que más vale que te esfuerces por encontrar uno alrededor del cual construir tu personalidad. También nos enseñaron que el verdadero triunfo es siempre económico, grandilocuente y que la medida del éxito es cuánto envidian los demás todo eso que vos te rompés el lomo por conseguir (esta idea aspiracional del esfuerzo y la lucha es crucial, la retomaremos en próximas newsletters).
Durante el último año no percibí sueldo formal de ningún empleador pero, paradójicamente, trabajé más que nunca. Darme cuenta de lo mucho que invierto en este Substack me llevó a cuestionar mi autovaloración y a redefinir lo que considero, o quiero considerar, mi trabajo.
En el mismo período ustedes, mis lectores, me enviaron sus devoluciones y comentarios sobre lo que les iba ocurriendo con lo abordado aquí. Sin dudas esa interacción ha sido de las más gratificantes de mi carrera. Me invitaron a sus historias personales y experiencias. Me contaron por qué necesitaban que alguien hable de edadismo, de la muerte, de ansiedad postcapitalista, de estándares de belleza imposibles. Me pidieron que discurra sobre temáticas específicas. Me apoyaron, me validaron, me compartieron. Me hicieron sentir entendida y acompañada. Este grupo de humanes inquisidores se fue armando solo, ante mis ojos absortos.
Hoy no tengo dudas de que uno de mis propósitos es hablar a corazón abierto, sin eufemismos, de temas que no muches se atreven a tocar.
Mi escritura cae naturalmente en temas actuales que al maistream no le interesa debatir, porque no le conviene nuestra liberación ni cuestionamientos. En un mundo cada vez más individual, se nos promete que podemos automejorarnos perpetuamente para alcanzar la felicidad, mientras alrededor nuestro todo se desmorona.
Les servimos ocupadas en las arrugas, el amor romántico y la flacidez, en lugar de unidas conversando sobre cómo promover un mundo más justo para todes.
Los recursos con perspectiva anticonsumista y feminista sobre estos temas son limitados, especialmente en español. Por eso, trabajo incansablemente para enriquecer este Substack. Leo autores anticapitalistas y medios periodísticos alternativos que me muestran diversas cosmovisiones para expandir la mía. Traduzco artículos actuales, literal y figurativamente, expandiéndolos con mi experiencia personal y mis habilidades críticas. Recopilo material en distintas plataformas para ofrecerlo como soporte de lectura y amenizar lo que, a veces, cuesta conversar.
Tengo claro que quiero abrirles una ventana exclusiva a los rincones más íntimos de mis pensamientos e historia personal. Sin embargo, este deseo de escribir desde una profundidad y vulnerabilidad sin filtros me trajo a un momento de inflexión. No me resulta seguro permitir que cualquiera acceda libremente a mis palabras más íntimas y opiniones más polémicas.
Por eso, a partir de hoy lanzo una suscripción privada y paga.
Volcaré aquí mis anécdotas, mi propia vida, mi opinión y mis procesos. Me permitiré ser más lúdica y abandonaré el miedo a que ojos erróneos accedan a mis observaciones que, soy consciente, no son para todes.
Mi suscripción es para les que cuestionan, almas inquisidoras, buscadoras, insolentes, desfachatadas. A ustedes les prometo un espacio seguro donde navegar temas complejos con ayuda, sustento investigativo, red de soporte y calidez.
Unides e informades podremos defendernos mejor de los continuos ataques externos contra nuestra liberación. Más que nunca tenemos que conversar de las preocupaciones que nos atraviesan a todes que, por no charlarlas, pensamos que son únicas de nuestra experiencia.
Lo que no se nombra no existe. No sos vos, somos todes. Lo que te ocurre no depende solo de vos. Somos una red. Tu experiencia es la de muches.
¿Qué me ofrece la suscripción paga?
Una newsletter mensual con detalles que no quiero que anden por Internet a la vista de cualquiera. Juntes visitaremos temáticas incómodas para intentar repensarlas:
el peso de envejecer,
la conveniente mentira del amor romántico,
la culpa fabricada que nos genera descansar,
los mandatos de belleza,
los beneficios de emanciparnos de la mirada masculina,
el sacrificio femenino como lenguaje del amor,
qué son los privilegios (y la incomodidad que genera reconocerlos),
cómo el capitalismo nos roba la posibilidad de disfrutar.
Estos son solo algunos de los ejes que abordaremos mes a mes, desde mi propia experiencia personal pero con la investigación y el tono tesina que me caracteriza.
Una newsletter sorpresa miscelánea (ficción, diario íntimo, vlogs, Elige tu Propia Aventura, etc).
Acceso a los debates de la comunidad desde comentarios y chat de Substack, para compartir experiencias con personas a quienes les interpela lo mismo y buscar soluciones colectivas y a largo plazo.
La posibilidad de participar en un podcast comunitario (a grabarse vía zoom) donde abordaremos verbalmente aquellas newsletters que resuenen más fuerte entre les lectores.
Votaciones solo para suscriptores para elegir qué temas se tocarán en futuras ediciones.
¿Qué apoyo con mi suscripción?
Tu aporte ayuda a que me pueda sustentar de forma independiente, sin depender de intereses corporativos, es decir, sin recurrir a venderte frascos de colágeno, collares con cristales "mágicos" o calzas modeladoras de glúteos.
El precio de la suscripción mensual es similar a lo que gastarías en un cóctel en un bar o en alguna mascarilla facial “antiage”. Si te unís con la opción de un solo pago anual, te ofrezco un descuento en retribución por tu confianza. Por último, si te gustaría convertirte en miembro fundador de este espacio, podés usar la opción de Mecenazgo y convertirte en mi inversor personal.
De forma específica, tu suscripción…
me compra tiempo para dedicarme a investigar y escribir.
me permite adquirir materia prima para desarrollar recetas y compartirlas gratuitamente para todes en Guarnición.
apoya la gestión de Raíces, un proyecto audiovisual en curso cuyo fin es recuperar la memoria gastronómica que estamos perdiendo entre recetas virales y comida envasada.
¿Qué voy a seguir recibiendo gratuitamente?
El contenido gastronómico de Guarnición continuará disponible gratis para todes les lectores. 2024 traerá nuevas secciones para darle espacio a otras voces y pensar la cocina desde distintos paradigmas. El acceso al podcast también permanecerá abierto (¡En breve estrena la temporada 3!).
También te enviaré muestras gratuitas de las newsletters desobedientes para que conozcas las temáticas que vamos cubriendo. Recordá que al suscribirte ganás acceso no solo a las publicaciones futuras, sino a todas las anteriores.
IMPORTANTE: No hace falta que hagas nada para seguir recibiendo el contenido sin costo en tu inbox.
En el siguiente botón vas a poder actualizar tu suscripción de gratuita a paga y así unirte a Desobedientes.
(La aplicación para abonar es 100% segura)
Tengo la certeza de que mi propuesta paga sumará secciones a medida que nos conozcamos, que interactuemos y que entre todes le demos forma a la comunidad. Quizá no lo sepas, pero detrás de comer.viajar.hablar estoy yo sola, mujer orquesta. Quisiera invertir tu apoyo monetario en profesionalizar cada vez más este Substack.
Si no te suscribís, no me voy a ofender. Si eventualmente cancelás tu suscripción, no pasa nada. Tengo la certeza de que van a estar los que deban estar. Si querés formar parte del grupo pero en este momento tu presupuesto no te lo permite, respondé a esta newsletter vía email y lo conversamos. No quiero que te quedes afuera si Desobedientes te convoca.
Ya somos una cantidad importante de personas (jamás lo soñé siquiera, GRACIAS) con intereses comunes y un rasgo particular: acá llega gente con el corazón abierto, sin problemas para arrastrarse en el fango y reflexionar sobre cuestiones incómodas. Si algo ha demostrado ―inusitadamente― esta publicación es su capacidad de unir humanes que buscan marco teórico para comprender cómo se paran ante el mundo.
En la sección Hablar encontrarás un compendio de ensayos gratuitos que reflejan el espíritu de la Comunidad Desobediente. Si te ves reflejade en mis palabras, considerá ajustar tu suscripción:
Jamás me consideré una persona politizada. Me encontró de grande la necesidad de involucrarme con lo que (hoy entiendo) es verdaderamente la política. No se trata exclusivamente de partidos políticos, si bien la única manera que tenemos de expresar nuestros ideales en democracia es a través de las urnas.
Ojalá este espacio te sume y abra discusiones. Ojalá sientas que invertir en leerme es invertir en vos porque lo disfrutas y conectás con otra cosa, más allá de laburar y anestesiarte con Netflix. Porque te haces el espacio. Porque no te sobra el tiempo ni el dinero pero mis palabras te brindan nuevas perspectivas que creés vale la pena sostener. Apuesto a que vas a confiar porque hace rato venís conociéndome.
Por último, quiero ofrecerte un descuento para que aproveches a suscribirte con esa persona que sabés aprovecharía mucho estas conversaciones insolentes. La idea es que amplifiquemos los debates lo más posible, porque allí radica la verdadera ganancia. Usá el botón de abajo para acceder a una oferta especial para suscripciones grupales:
Nos vemos pronto, Comunidad de Suscriptores Desobedientes. La primera news privada saldrá post ballotage en Argentina, porque más que nunca necesitaremos un abrazo colectivo en forma de palabras.
Les estaré esperando.
Fanática de este nuevo espacio. Recomendadísimo para todos aquellos quienes busquen espacios seguros y libres de juicios para cuestionar los que nos dicen que tenemos que pensar.
Aguante vos