Entré a mi ciudad natal de noche, habiendo dormido como un lirón todo el camino. Desperté justo cuando el bus pasaba por el cartel de MAR DEL PLATA, cerca del aeropuerto, y sonreí inmediatamente. Mi cuerpo entero se relajó al percibir la cercanía de mi gente, mis costumbres, mis tradiciones.
La primera sensación que me arrebató fue la de jugar de local. No hay estrés, no hay pausa para pensar, no debo mirar a los dos lados para cruzar porque ya sé de dónde vienen los autos. Mis pies caminan solos sin que yo les deba indicar para qué lado queda el destino. La memoria física y orgánica se expresa para mí en algo tan mundano como prescindir por completo de Google Maps. Me sorprende gratamente disfrutar de detallecitos así.
“Todo es nuevo de nuevo”, expresa Lucía en el corto con el que abrí esta newsletter. ¿Cómo puede ser todo nuevo de nuevo y, a la vez, familiar? Claro, es que la que cambió soy yo. Admirar mi ciudad con ojos de expat otorga nuevos colores a escenas por demás conocidas para mí: la línea costera vista de lejos con sus edificios emblemáticos, las verdulerías desbordantes de fruta de verano, la arquitectura recontra inglesa de la rambla, las sillitas típicas de mimbre, el Pato del puerto, el faro, las rabas. ¿Tantos años lo di por sentado? No sé si sea la mejor manera de expresarlo, pero quizás puedo admirar su identidad tan particular recién ahora que no lo disfruto todo el año. Recién ahora que me la paso repitiendo “esto en Europa no se consigue”.
Al pronunciar dicha frase casi en loop me doy cuenta que mi definición de lujo ha cambiado. Prefiero un banquete con amigos hasta cualquier hora antes que sentarme en el restaurante más caro. Compro pescado y carne excelente sabiendo que a esta calidad en Londres solo acceden aquellos con salarios abultados. Le caigo a una amiga con facturas sin avisar con total convicción de que no necesito planificarlo y seré recibida con una sonrisa y el agua lista para el mate. Esto es el lujo para mí.
La naturalidad con la que todo se desenvuelve parece venir a recordarme que no debo tener miedo. Mi hogar siempre será donde están mis raíces, más allá de dónde decida residir o cómo encare mi proyecto de vida.
Hoy les escribo desde la casa de mamá, desde mi casa, desde la casa que intento resignificar de a un día por vez. Ya no tiene olor a hospital, ya no hay objetos que me recuerden al peor año de nuestras vidas. Para eso vinimos el año pasado todos juntos, en familia: para vaciar de pertenencias, para re-llenar de amor infinito, para conectar distinto con estas cuatro paredes que nos han hecho tan felices a todos.
Habitar este espacio no es fácil. Es la primera vez que piso la ciudad sola desde que falta Ella. Es la primera vez que duermo sola en su habitación. Es la primera vez que sola tomo en su mate, escucho los ruidos particulares de sus alacenas, uso sus carteras, encuentro papelitos escritos a manos en los lugares menos pensados. Analizo todos los objetos que componen la decoración: los compró en viajes, los hizo con sus propias manos a crochet, los conservó porque pertenecían a su familia. Elijo cuál de todos sus libros me llevaré a la playa. Intento activamente generar nuevas conexiones cerebrales con este departamento, con esta ciudad, con quién soy acá.
Lo más loco es que acá soy, sin esfuerzo
Acá no tengo que autoexplicarme constantemente ni aclarar por qué te doy un beso y un mini abracito cuando te saludo aunque recién nos conozcamos. Acá toda comida que pruebo resulta conocida y no tengo que adivinar qué la compone. Acá el olor de los tilos me indica que ya llegué al barrio de mi tía. Acá mi cabeza baja varios cambios y entiende lo que la rodea inmediatamente. Acá reconecto con todo lo que pierdo por vivir afuera, o por vivir rápido o por no ser consciente de que lo que más extraño es todo aquello que es intangible.
Como una mirada cómplice que llega desde el otro lado de la mesa porque sabe lo que estás pensando sin que lo digas.
Como una risa estrepitosa por un chiste interno inexplicable que bordea los límites de lo políticamente correcto.
Como un sabor inimitable que te transporta a los rincones más atesorados de tu memoria:
La comida representa mucho más qué ingredientes en un plato: es cultura, herencia, amor, historia, familia, conexión y comunidad. Lo que nos llevamos a la boca cumple un rol mucho más importante que tan solo nutrirnos el cuerpo; es el espíritu el que a veces se manifiesta en un bocado, el que relata quiénes somos y cómo llegamos a donde estamos.
Y ahora así, quiero contarte de mi nuevo proyecto.
Lo venimos conversando desde el principio de esta publicación: vivimos en una era de recetas en reels de 30 segundos, hacks de cocina para resolver 10 comidas en 1 hora, “creaciones” exageradas con ingredientes carísimos e inconseguibles, y adminículos de plástico cuyo objetivo es liberarnos de una supuesta esclavitud ante las hornallas.
Sin embargo, lo que más nos despierta las glándulas salivales es pensar en el tuco de la abuela. O los tallarines del abuelo. Las tortas de la tía. Los guisos de mamá. No sabemos cómo preparan estas delicias. O lo sabemos a medias, sin reconocer cantidades ni ingredientes precisos. Desconocemos el origen de ese plato que nos da felicidad a través del estómago aunque lo hayamos disfrutado decenas (¿cientos?) de veces. Olvidamos que, para lograr esos sabores, antes hubo cocineras y cocineros de familia que oralmente pasaron sus tradiciones y costumbres, que adaptaron la receta a los ingredientes que había, que insistieron en alimentarnos con un pedacito de su tierra, a la que se negaban a dejar atrás. Sus historias y recetas merecen ser contadas, registradas, divulgadas.
Estos saberes ancestrales y transgeneracionales se están perdiendo. Quedan enterrados entre videos de Tasty, torres de frituras bañadas en cheddar de plástico, TikToks de snacks rarísimos que no probaremos nunca, innovadoras versiones estrafalarias de platos antológicos que no necesitaban intervención alguna.
Y ahora, necesito de tu ayuda.
Me encantaría que me pongas en contacto con esa persona mayor en tu vida que sabe más de cocina que todos los cocineros de IG juntos. Ese abuele, mapadre, tíe, pariente postizo o amigo de la familia que otorga a la comida un lugar preponderante en su vida porque es experte. Esa señora que tiene un cuaderno-tesoro con las recetas de su colectividad. Aquella abuela con un cajón lleno de aparejos para cocinar con formas estrafalarias que ni sabés para qué usa.
Quiero que me lo cuenten todo. Quiero que quede registro de sus historias, sus ancestros, la tierra que dejaron atrás, lo que recuerdan, lo que aman y lo que aún extrañan. Quiero entrevistarles, inspirarme en elles y aprender todo lo que tienen para contarnos. Quiero dejar por escrito sus recetas para sus seres queridos, para nosotros como lectores, para el mundo entero como saber fundamental y constitutivo de nuestra humanidad.
Mi candidate ideal es mayor de 50 años, le encanta hablar de gastronomía y de sus recetas familiares. Estimo que las tradiciones italianas y españolas serán las más presentes, pero estaría encantada de hablar con miembros de comunidades originarias o descendientes de inmigrantes de países remotos o muy pequeños. Soy toda oídos.
¿Se te vino alguien a la mente cuando leías la descripción? Si es así, te pido me escribas a marialujan@gmail.com contándome brevemente por qué te parece que esta persona sería ideal para el proyecto. También podés mandarle esta convocatoria directamente y preguntarle si le copa, y darle mi correo. Estoy muy entusiasmada de conocerles.
La búsqueda no solo se limita a Mar del Plata, donde estoy ahora. Todes son bienvenides, estén donde estén, gracias a la magia de las videollamadas :)
Agradezco envíes esta newsletter a les interesades y les invites a escuchar las dos temporadas de mi podcast, para que confirmen que se sienten a gusto con mi perspectiva, estilo y personalidad. La idea es que estén super cómodos y sea una charla amena, nada de entrevista solemne. Me río mientras escribo esto porque nadie que me escuche, creo, podría imaginarme charlando solemnemente.
Con esta sonrisa-risa en la cara me despido. Les agradezco su apoyo en forma de likes, comentarios, recomendaciones y, sobretodo, difusión. Estoy muy entusiasmada.
Ayer cuando me llegó la notificación, sólo leyendo el título supe que iba a llorar. Y bueno, sucedió.
Me recordé a mí misma en todas las veces que volví a Argentina sin planes de nada y todas las veces que decidí volver a dejarla convencida de que siempre volvería. Me vi caminando por Mardel sabiendo como vos decís, exactamente dónde ir sin GPS... qué placer! Me reconocí en tu gesto de sonreír al despertarse en el cartel de Mar del Plata arriba de un micro con el aire a todo pedo.
"Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida" ♫
Después mis lágrimas terminaron de caer cuando vi el video de Ratatouille y pensé en las comidas de mi abuelito Ale. Y pensando qué lindo sería que forme parte de tu proyecto... no sólo porque hacía la mejor comida que recuerdo haber comido sino porque también fue su fuente de trabajo toda su vida y siempre lo hizo con el mismo amor. Pero lamentablemente, ya no está :(
Muchos éxitos en el nuevo proyecto! vaticino un bello libro al mejor estilo "Pasta grannies" pero made in Argentina ❤️
This is brilliant and beautiful!! All of my favorite cooks have left this earth and so I will contribute in support and love and of course anything you ask. I am so proud of you and more importantly I am proud you have found peace in a place called home.