MACHETE (m. coloq. Arg.) ‖ Anotaciones (normalmente realizadas en el propio cuerpo o en un papel pequeño) que se utilizan de forma clandestina como fuente de información en los exámenes.
A menudo, la ironía de ser escritore yace en admitir que nos faltan las palabras para explicar lo que verdaderamente sentimos. Como si “eso” que deseamos transmitir no pudiese ceñirse al vocabulario disponible. Como si los sentimientos fueran, en esencia, inabarcables. Como si la aproximación fuese en vano pues, al sentenciarle punto final a un texto, siempre pareciese que todavía quedó mucho por decir.
Empero, reconocer las (¿mis?) limitaciones del lenguaje no evitará que intente transmitir el mensaje que brota de las yemas de mis dedos.
En la biblioteca de la casa donde crecí, en Mar del Plata, la mayoría de los libros pertenecían a Mamá. Curiosa —y desfachatada— desde chica, los fui descubriendo uno por uno a medida que me despertaron curiosidad según sus títulos o arte de tapa. Podía adivinar cuáles eran sus favoritos por el uso intensivo: las hojas dobladas con “orejitas”, el encuadernado descosido o despegado, las anotaciones en lápiz. En las primeras páginas encontraba la dedicatoria de quien se lo había obsequiado o, si se lo había procurado ella misma, su firma y el año de adquisición. (Mantengo su costumbre de autografiar y fechar los libros. La gente que hace lo mismo automáticamente me cae mejor).
Entre los estantes de Su colección personal, el ejemplar de El Profeta de Kahlil Gibran se rige por las señales de desgaste que enumeré en el párrafo anterior. No recuerdo cuántas veces lo releí, pero sí tengo presente varios pasajes que me marcaron a fuego. Creo que este es mi preferido:
Nuestra alegría es nuestra tristeza sin máscara. Y el mismo pozo del que mana nuestra risa, ha estado con frecuencia lleno de nuestras lágrimas. Y ¿cómo podría ser de otra manera? Cuanto más profundo ahonde el pesar en nuestro corazón, más alegría podrá contener. ¿No es la copa que guarda nuestro vino la misma copa que estuvo fundiéndose en el horno del alfarero? Y el laúd que serena nuestro espíritu ¿no es la misma madera que fue tallada con cuchillos?
![](https://substackcdn.com/image/fetch/w_1456,c_limit,f_auto,q_auto:good,fl_progressive:steep/https%3A%2F%2Fsubstack-post-media.s3.amazonaws.com%2Fpublic%2Fimages%2Fdee5e8ea-7cf6-42a1-8f2b-d89eb3594fbb_889x1156.jpeg)
Vuelvo a la enseñanzas de Gibran en junio, donde me recorre una clase de felicidad que había olvidado. Una serenidad que me hace sonreír desde las entrañas, primero, y desde las comisuras de los labios después.
Ya lo dijo mi amiga L., estoy creando mi propio destino. A partir de esta certeza, lo único que me queda por hacer es disfrutar del hoy. Ya aprendí que nada dura para siempre: ni las buenas rachas, ni las épocas más duras.
Ahora me toca cosecha y disfrute.
El ahora es lo único que tengo.
¿De qué maneras logras anclarte en el presente?
En julio me voy dos semanas de vacaciones y estaré alejada de las newsletters (¡ni loca me llevo la compu!). Volveré recargada de experiencias para contarles por dónde anduve y qué comí, en dos ediciones de Brújula muy especiales: roadtrip al País Vasco y playas del sur de Portugal. Guarnición y Desobedientes regresan en Agosto.
7 de junio - Carta desde el futuro
Escribí un cuento de ciencia ficción a partir de un filtro de Tiktok que me mostró, con asombroso realismo, cuál sería mi aspecto a los 90 años. “Todavía no entiendo bien cómo funciona esto de mandar mensajes al pasado. Les pedí ayuda a mis sobrines y sencillamente me sentaron acá, en este cubículo aséptico, con unos botones circulares autoadhesivos conectados en las sienes. Me dijeron que solo tengo que pensar lo que quiero decir y que la máquina lo traduce en una especie de carta. Estoy pensando fuerte. Espero que mis palabras no lleguen todas en mayúscula. En mi época, que nos comunicábamos por mensaje de texto, eso demostraba que estabas enojada o gritando”.
15 de Junio - GUARNICIÓN / El encanto de lo básico
“Lo interesante de seguir las reglas es que permite entender por qué existen y en qué cambia el resultado final si las respetamos (o no). El punto no es permanecer inamovible en el camino que se nos indica, que en este caso sería la rigidez de una lista de ingredientes y un método. Al contrario, volver a los fundamentos genera confianza en el hacedore y le provee de una base sólida desde donde construir lo propio. Los secretos para un sabor profundo, aprendí de Olga, son tres: técnica, tiempo y calidad de los ingredientes”.
21 de junio - Contrastes
“Me cuesta conjugar una vida que —a nivel personal— está yendo muy bien, con el mundo exterior: terreno hostil que cada vez expulsa a más personas, se vuelve menos empático y sube el termostato de la crueldad. No deseo permitir que marchiten mi alegría; sin embargo, pienso que una reacción enfática ante un mundo profundamente enfermo es señal de salud mental. No se puede ya fingir demencia, pero tampoco sirve anular el disfrute. Me repito otra vez que la clave es lograr el sano punto medio, pero no sé bien dónde encontrarlo”.
Domestic Arts
June 11 - Us and Them
“How can they understand sobremesa when they don’t even have an English word to describe it? I muster a definition out loud, certain they won’t grasp its depth by my narrow explanation. Even if I was able to express it properly, it wouldn’t matter. The untranslatable term does not make them feel any special way. I knew it as soon as I noticed they don’t remain in their seats verbally dissecting what we just ate nor planning what we will eat later. They get up as soon as they’re done, dishware gone and cleaned and put away immediately”.
En mi mesita de luz
Libro: Ninguno. No leí casi nada en junio porque estuve trabajando muchísimo. De hecho, con el ritmo de vida que llevo ahora, empiezo a pensar cuán sostenible es publicar cuatro veces por mes en c.v.h y al menos una vez en Domestic Arts. Tengo claro que no quiero obligarme a “cumplir” como escritora porque iría en contra del motivo por el cual esta publicación existe. Les mantendré al tanto.
Snack: De golpe llegó el calor a Londres y los chocolates que tengo en la alacena cambian a textura blandengue, volviéndose mucho menos apetitosos (y yo NO guardo el chocolate en la heladera porque le cambia el sabor). Por eso la mejor opción, obviamente, es el helado.
Compramos la marca propia de Lidl, Gelatelli. Me encantan particularmente el palito de Speculoos y la copia del Ben and Jerry’s que viene en pote y cuesta la mitad que el original.
Tisana: Con las altas temperaturas no me dan ganas de beber té, pero por la mañana estuve tomando unos buenos mates con jengibre y miel para contrarrestar la tos y mocos que me generó el cambio de clima y la alergia estacional.
Aleatorio: Una caja de pañuelos descartables, en línea con el punto anterior, porque me la pasé estornudando y sonándome la nariz.