Your absence has gone through me
Like thread through a needle.
Everything I do is stitched with its color.
(Separation, W. S. Merwin)
Mar del Plata, 28 de febrero de 2023
Querida Má:
Hoy es el tercer cumpleaños tuyo que celebro sin tu presencia. No se me ocurrió otra forma de abordarlo que hablándote directamente a vos. Sé que probablemente me duela más encararlo de esta forma, porque en el diálogo uno siempre espera que el otro responda algo y eso no va a pasar. Vos no podés contestarme con palabras pero, con el correr del tiempo, estoy empezando a entender que nos comunicamos de alguna manera solo nuestra, de una forma tácita. Así que voy a escribirte esta carta y la enviaré al éter sin esperanza de una señal divina, pero sí con plena seguridad de que para cuando termine de volcar aquí lo que quiero decirte, comprenderé con cierto grado de claridad qué me dirías vos al respecto. Casi que ya puedo escuchar tu voz y tu risa ante mi necesidad de tener todo controlado, de respetar estructuras, de no saber como tomarme menos en serio.
Ahí vamos.
Esta noche voy a ir a cenar con Lucre al restaurante donde festejamos tu último cumple. Siempre nos gustó compartir ese menú por pasos y desmenuzarlo verbalmente. Ese último 28 de febrero de 2020 te pasé a buscar caminando y vos ya me estabas esperando en la puerta del edificio: lista, perfumada, radiante. Caminamos las pocas cuadras que nos separaban del restaurante bien pegadas, vos agarrada de mi brazo buscando sostén. Me quejé de que apoyabas mucho tu peso en mí y me costaba caminar. Lo dije de un modo horrible. Me arrepiento al día de hoy. Me pregunto por qué solemos hablarle a la gente que más queremos de la peor forma. Supongo que nos ampara la convicción de que el otre siempre nos va a disculpar porque nos quiere. Sin embargo, hoy lo pienso y me da vergüenza. Me angustia no haberte entendido más durante los últimos años que pasamos juntas.
Envejecer no es fácil. El proyecto al que me estoy dedicando me lo enseña sin rodeos ni eufemismos. Lo único que saco en limpio -por ahora- es que podría haberte tenido mucha más paciencia. Sé que no lo resentías realmente porque me amabas más que a nada. Sé que cada vez que me pedías que te conteste mejor o suspirabas al aire por algún micromaltrato, estabas lista para soltar el enojo inmediatamente. Así fuiste siempre conmigo. Yo soy igual. Lo fui con vos y lo soy con todos, incluso con mi marido.
Ah, me casé. Hoy en tu cena de cumpleaños vamos a brindar por eso también. Si vos estuvieses acá dedicarías unas cuantas copas a celebrar el amor. Vos más que nadie sabés lo mucho que cuesta conseguirlo y, sobre todo, mantenerlo. Me hubiese encantado que conozcas al Inglés. Cuando te hablé brevemente de él, te alegraste de que hubiese aparecido en mi vida un compañero. Te encantará saber que quiso llevar tu apellido cuando nos casamos en diciembre. Se puso triste cuando le dije que legalmente no estoy registrada con el tuyo y que no iba a ser posible. Así de importante sos aún. Así de presente estás.
Gente que no te conoce me cuenta que te soñó. Otros, que te conocieron muy brevemente, me dicen que se acuerdan perfectamente de vos y no pueden explicar bien por qué. Otros preparan tus recetas y me mandan fotos. Tu memoria está más activa que nunca. Me gusta pensar que tengo que ver con eso al traerte permanentemente al presente, al hablar de vos en todo, al escribirte esta carta y exponerme (seguramente) un poco de más.
No me importa. Casi nadie habla de lo que le duele. O sí, pero muestran dolores circunstanciales, pasajeros, triviales. ¿Dónde quedan las voces de los que convivimos con un agujero adentro? No sé, pero espero que la mía llegue al que lo necesite.
Últimamente intento reconciliar dos ideas contradictorias, pero que en realidad constituyen dos caras de la misma moneda: FELICIDAD y TRISTEZA. Albergo simultáneamente ambos sentimientos y una infinita gama de otras emociones intermedias. Dejé de esperar que se vaya la tristeza para estar feliz. Ya no pienso que estaré bien una vez que desaparezca la incomodidad y el dolor. Los sentimientos desagradables forman parte de la experiencia humana. Este envase debe contenerlo todo, lo placentero y lo que no, para dar cuenta de qué se tratar estar viva. Puedo entregarme a llorar mientras te escribo esto porque sé que después me secaré las lágrimas y disfrutaré una hermosa cena llena de amor con mi amiga. Ambas situaciones coexisten. No se anulan sino que se potencian y retroalimentan.
Creo que lo que quiero decirte, Má, es que estoy aprendiendo a ser feliz en la tristeza. A no entrar en pánico cuando algo me duele muchísimo. A entender que puedo seguir adelante y, simultáneamente, extrañarte todos los días.
También intento permitirme conectar con estos sentimientos difíciles fuera de los momentos de crisis. Quiero pensarte no solo cuándo la cicatriz de tu ausencia me quema. Lo intento, por ejemplo, ritualizando nuestras recetas y su práctica. Cuando cocino te pienso y la herida late, pero no me tira abajo. Al contrario, sonrío y dejo que mis manos guíen el método que tan bien aprendí de tan solo mirarte. No tengo que pensar. Puedo conectar. Estás presente y no me lastima, me eleva.
Pienso que me gustaría escribirte una carta todos los años y contarte cómo estoy, qué aprendí, en quién me estoy convirtiendo. Me seguís enseñando incluso en ausencia. Hoy no tengo miedo de exponer mi corazón roto porque sé que en las grietas está el aprendizaje, reflejando todo lo que crezco y me humanizo a partir de la vulnerabilidad. Esta apertura me está haciendo conectar con otres de maneras que no sabía posibles. Cuanto más hablo de mi dolor, menos sola me siento. Cuanto más relato lo complejo que es seguir adelante con este agujero, más voces me regalan sus historias para que complete con su sabiduría los huecos que aún no sé llenar.
Digo tu nombre en voz alta.
Susana.
Su sa na.
S u s a n a.
Con cada sílaba pronunciada recuerdo lo mucho que te extraño. La suavidad de las letras acompaña la ternura de mi memoria. “Sanar” aparece como un juego de palabras obvio pero acertado, de esos que te gustarían a vos. No te sorprende para nada que hoy sea escritora, ¿no? Ya sé, ya sé. Si siempre tuviste que gastar más de lo que podíamos para satisfacer mi voraz apetito lector. ¿Sabés que encontré, justo que te hablo de esto? Las dedicatorias que me dejaste en cada libro: como regalo de cumple, presente de Los Reyes u obsequio para hacerme compañía durante un viaje.
Má, si me vieras hoy. Renuncié al laburo yanqui porque pretendieron controlar mi libertad. Si algo me enseñaste es jamás entregarle a un otre ese poder, así que creo que estarías orgullosa.
Te admiro tanto. Entendí tarde lo difícil que fue divorciarse con un hije en los ‘70. Comprendí a destiempo los ovarios que tuviste al volver a apostar al amor y traerme al mundo 11 años después. No pude ver que cuando discutíamos, hablabas desde tu propio trauma. No tuviste las herramientas para resolverlo ni pudiste procurarlas porque tenías que darnos de comer. Vaya que trabajaste, vaya que te esforzaste. Hoy lo sé y te lo quiero agradecer por escrito. Te alegrará saber que yo no tengo que llevar esa vida. Hay dos frases que repetías siempre que funcionan como un faro. Primero, lo de “a vos nunca te va a faltar trabajo ni plata”. Creo que intuías mi camaleónica capacidad de reinvención constante y la pasión inmensa que deposito en todo lo que encaro. Segundo, me decías: “te deseo que tengas la misma calidad de vida que yo pude ofrecerte, o mejor”. Ambas expresiones funcionaron cual presagio aunque, si me detengo a pensarlo, reconozco que no fue suerte sino educación mediante el ejemplo y mucho sacrificio.
Yo no tengo que sacrificarme, Má. Puedo elegir y sé que vos no pudiste. Te encargaste de regalarme esa libertad. Sé que mis decisiones también me han traído a donde estoy, claro, pero es que te debo literalmente todo. Desde la ropa que vestí hasta los límites que me ayudaron a ser mejor persona. Desde un plato de ravioles caseros hasta la certeza de que se puede ser perfectamente feliz sin estar en pareja.
Quizá lo que más me haya marcado es el concepto de amistad y generosidad que predicaste. Cuando partiste se acercó tanta gente a contarme cuán importante fuiste en sus vidas, cómo los ayudaste desinteresadamente a conseguir un laburo, a presentar un proyecto o a cocinar para muchas personas. Tejiste bellezas para les hijes de tus amigas, de las mías, para Luisa, para mí. Tus manteles bordados y terminados a crochet están desperdigados en cajones por el mundo, testigos de vida y de historias en curso. Seguís acá de incontables maneras.
Tu legado vive. Yo seré tus pies en la Tierra.
Hoy me puse tu camisón, ese que saqué limpio de tu placard después de tu partida y guardé como un tesoro. Aún huele a vos, o quizá no y solo sea mi imaginación. El perfume de tu piel es irreproducible. Me cuesta acostumbrarme a la idea de que no lo voy a sentir nunca más. Son los nunca máses así (los triviales, los de todos los días) aquellos que calan más hondo.
La lista solo sigue creciendo a medida que el tiempo pasa: nunca más me despertarás con un mate y tu voz dulce que inventa canciones, nunca más me rascarás la cabeza con tus uñas largas y hermosas, nunca más recibiré las fotos paso a paso de cada delicia que cocinabas.
Quiero que sepas algo, antes de despedirme.
Si extrañarte así es el precio que tengo que pagar por la clase de madre e hija que fuimos, lo entiendo. Si este dolor es la otra cara del amor infinito que nos tuvimos, lo abrazo. Si estas lágrimas llegan a algún rincón del firmamento donde te sueño, no son en vano.
Latís en mí todos los días.
Te amo hoy y siempre.
¡Feliz cumpleaños!
Que bello legado te dejó tu mamá Luján! Te dejó herramientas para manejarte sola, para reinventarte, para caerte y levantarte, te dejó su amor por la cocina, sus dedicatorias tan sentidas.... Dejó a una hermosa persona llena de su amor. Me emocionaste. Feliz cumple Susana, felicitaciones por tu tarea como mamá, la cumpliste con creces!
Que hermoso y real cada palabra. Que emoción poder leerte y sentir que mientras lo escribis y expresas, nos permite formar parte del momento como si estuviéramos ahí. Que lindo es poder mantener el amor por nuestros seres queridos q ya no están y a su vez mantenerlos siempre vivos en nuestro corazón. Te abrazo fuerte!