Desde el origen de esta newsletter, me propuse generar un espacio donde abordar la escritura gastronómica a partir de distintos ejes. Hace casi 20 ediciones ya que cada nueva voz expande el género, demostrando que los textos “de cocina” pueden ir mucho más allá de un compendio de recetas.
Ahora le toca el turno a uno de los paradigmas que más esperaba explorar: la poesía. Mi emoción quizá se deba a que los versos me resultan un entorno ajeno. O quizá tenga que ver con que, apenas se me ocurrió entrelazar comida y poemas, supe perfectamente quién quería que tome la batuta.
La invitada de hoy es una artesana de la palabra. Admiro su exquisita manera de contar lo que aprehenden sus sentidos. Me atrapa lo que elige capturar, pero más me fascina su cómo, su forma, su manera de decir.
Es la experimentación. La belleza. El arte.
Es el talento de quien tengo la fortuna de llamar Mi Amiga.
Sol ya nos regaló su voz y sabiduría en un episodio de podcast, en los inicios de esta publicación. Hoy siento que no hay preámbulo que pueda yo agregar que empalme meritoriamente con lo que leerás a continuación. Por eso te dejo, sin más rodeos, con este ensayo-poema-entrada de diario.
Que la news de hoy se parezca a cruzarse con un libro y abrirlo aleatoriamente, sin saber qué te depara.
Que su cosmovisión inunde tus sentidos.
Que te sumerjas en cada renglón y descubras a qué territorios te conduce.
(Para mí fue todo un viaje).
Un mundo en mis manos
Texto y foto: Sol Iametti
Me siento a escribir algo que intente expresar lo que simbolizan las manos en mi vida. Quisiera que sea como una extensa carta de amor hacia las manos que me trajeron al mundo, hacia las manos que amasaron para mí y para mi familia, y también, porqué no, hacia mis propias manos. Estas manos que escriben, cocinan, acarician cuerpos y páginas en blanco; las mismas manos que sostuvieron su cuerpo cuando la enfermedad llamó a la puerta, las mismas que recuperan el calor frotando la palabra para encender el fuego.
Quisiera que estas manos que aprendieron a contar los tiempos en el tablao y en la batería muda sean artífices de algo que late. Que quizás (ojalá) emitan una voz posible en la que espejarse.
Por ejemplo: el primer día que descubrí lo que era un diario íntimo.
Por ejemplo: aquella vez que seguí la receta de mamá al pie de la letra y cociné con todo el amor que tenía para dar.
Por ejemplo: mi primera experiencia tocando el mar.
*
La escena llega tan clara como el día. No recuerdo la edad que tenía o el mes que marcaba el calendario, pero lo que sí llegan a mí son imágenes, una invención cinematográfica de la memoria: las cortinas ámbar de su casa desprendiendo color por toda la casa, la mesa central que recibió durante tantos años a la familia entera, el incomparable aroma a tuco (que luego descifraría como un enigma: pulpa de tomate, laurel, orégano, una pizca de sal, azúcar y una sonrisa adorada). De frente, las imbatibles escenas de la infancia (la mía y la de mis primos, la de papá y los tíos), que no eran más que la antesala de su espacio sagrado: la superficie de fórmica sobre la que se desplegaban decenas de fideos Tagliatelle, las partículas de harina aún suspendidas en el aire, la semi oscuridad en la que a ella le gustaba amasar, una frescura queridísima que llevo conmigo adonde sea que voy.
Nunca le pedí que me enseñara a cocinar, pero sé que en el fondo ella sabía que de todos los nietos, la semilla había prendido en mí. Lo supo el día que recibió el poema que le dediqué y que exhibió con orgullo en el living a la vista de toda persona que cruzara la entrada, enmarcado con brillitos dorados y pintado con la delicadeza de sus manos.
*
El día que viviste fue un día como hoy
la vida nombró tu cuerpo
y entonces entendí
el puente blanco
que viste por la tarde
mientras me agarrabas de la mano
entendí esas canciones
que hablan de la vida
¿te acordarás de Sui Generis
ahí en donde estés?
es larga la carretera
cuando uno mira atrás
vamos cruzando fronteras
sin darnos cuenta, quizás
aunque vos, después, no sigas escuchando
esa canción para tu vida
aunque vos, después, no escribas la palabra “hija”
nunca más
siempre hay un puente, papá
*
Hay azul en la tinta y en la palabra que me nombra. Me pregunto cómo es posible; qué llaves descifran el mensaje.
Nada es irreversible si existe la escritura para mirarme. No hay inutilidad en este intento de cura. No es una invocación, es una oración profunda que se abre.
Sólo hay silencio…
el sabor del café en mi boca como un anhelo complacido,
la espuma salvada como un centro que pulsa.
La escritura imagina pliegues, iridiscencias que asoman de la nada entre el follaje de las horas. La escritura inventa la espesura que brota de esta mano, la rebeldía de este experimento, otro ritmo desplegándose en el mundo.
*
La escritura ha sido mi forma de mantener tibios los cuerpos de los que ya no están. Ha sido un intento de documentar aquello que, en primera instancia, parece inefable.
La palabra es el cuerpo de lo que habita en el aire vital, un intento de asir el color de las cosas, la música de lo que ha desaparecido.
Quiero sentir la humedad en las palabras:
palabra de mar
palabra de caricia lenta
puente dormido que amanece en las manos
pequeñas ventanas hacia la vida
*
Él besa mis manos para recibir el día. Busco ansiosa una forma de nombrar lo que está pasando. Llamo a la escritura, invoco al hábito insistente del animal óptico que quiere narrarlo todo, pero lo único que hay es silencio, silencio y contemplación.
No hay sal en mis labios esta vez, pero sí viento: cambiar el sonido de las gaviotas por el canto de los benteveos, el horizonte de mar por la apertura del campo o la infinidad de la ruta. ¿Cuánto hace falta para cambiar? Solo un paso, una afirmación. Y así, mientras pasan los árboles y los asentamientos ocasionales, yo permanezco; y lentamente la palabra vuelve a mí, se posa sobre estas manos besadas.
*
Con la proximidad del frío
mi sangre entra en receso,
y esta vez lo que invento es una excusa:
escribo para salvar a mis manos de ser un miembro fantasma.
Escribo para partirme a la mitad
y ver si estoy madura.
Hasta aquí, GUARNICIÓN vol 19
La newsletter de gastronomía que te invita a transformar la materia como puntapié para transformar el mundo.
Gracias por leer, recomendar, difundir y apoyar este espacio. Juntes seguiremos expandiendo nuevas perspectivas para pensar la comida y la cocina.
hermoso
(me imaginé cruzando ese puente)
Pero eso lo escribiste vos o Sol? Quien haya sido, es hermoso...la palabra puente, me encanta, la asocio con amor, camino, encuentro, esperanza, un otro u otra que me espera...