La imagen que se figura en mi cabeza es la siguiente:
Domingo por la mañana, imposible precisar la hora exacta. Podrían ser las 9 o las 14 h, resulta indistinto. De golpe soy consciente de toda la luz que entra por las cortinas black-out. El sol rebota en las paredes blancas iluminando cada rincón. Con lentitud comprendo los sonidos detrás de la puerta de mi cuarto: la tele muy bajita, el tintineo sutil de tazas y cubiertos. Me incorporo y como estoy, en camisón y despeinada, cruzo el espacio que me separa del comedor. Mamá está sentada con su bandeja. Encima del correspondiente mantelito artesanal yacen la taza de café negro, una tostada de pan integral, el potecito de queso untable Tholem y una fruta pelada. Frente a esta escena, un termo, un mate con yerba y una bombilla que descansa perpendicularmente. Ella lee el diario. Me dejó la revista Viva al lado del mate.
La mañana me ofrece intimidad a ritmo lento. Las conversaciones surgen de a poco mientras vamos acomodándonos a la idea de un nuevo día.
Son muchos los momentos de cuidado y amor que asocio con el desayuno.
Con mi amiga L. hacemos pijamadas adultas que giran alrededor de comer rico. A la noche nos deleitamos con alguna excentricidad casera —como este risotto de langostino y pistacho. A la mañana siguiente, siempre me despierta con mates, alguna galletita Cachafaz o similar comprada en dietética y el más variado platito de frutas. Charlamos entredormidas, permanecemos en silencio otro rato. Vamos saliendo del desayuno a nuestro propio ritmo, por separado. Una se va a lavar los platos; otra, a cambiarse. Arrancamos despacio pero energizadas.
Mi amiga O. tiene la costumbre de invitarme a desayunar al día siguiente de haber amasado para su familia. Me espera con la más deliciosa pizza finita, a veces en porciones y a veces cortada en mini-trocitos para que picoteemos. Su estilo carta de música, receta de su papá, me sorprende como una de las delicatessen que mi paladar más aprecia. ¿Será por el sabor de la pizza en maridaje con el mate amargo? ¿Serán las manos mágicas de ascendencia italiana de mi amiga? ¿Será que por la mañana la pizza sabe más rica que recién salida del horno? Misterios que no me interesa develar mientras siga disfrutando de estos instantes. Representan el lujo total para mí.
Se me ocurre que esta versión mía disfruta inmensamente conectar así con mis seres queridos. Así, sin parafernalia. Así, con el énfasis puesto en dedicarle tiempo al otre sin estar corriendo. Así, en detalles chiquititos que me hacen sonreír.
Hace poco implementé la ritualización del desayuno como espacio de conexión conmigo misma.
Se convirtió en una manera posible de encontrar el disfrute a diario. Lo denomino slow-mornings, porque soy cipaya o porque soy una Argentina que vive en Londres y habla en Espanglish constantemente. Lo abordo en Tiktok con frecuencia y muestro qué me cociné ese día. Ojalá les resulte de inspiración para autoagasajarse en modo lento:
Debo, aquí, reflexionar obligatoriamente sobre mi privilegio de poder tomarme varias horas por la mañana para vivir despacio, sin actividades productivas de por medio. Para muches no es una opción decidir experimentar distinto las mañanas. Descansar no debería convertirse en un mandato más porque cada cual tiene su historia y circunstancias apremiantes. Es necesario un enfoque interseccional para comprender que no todos tenemo las mismas posibilidades de acceso a frenar.
Sin embargo, descansar no debería ser un privilegio sino un derecho como seres humanos. Es inadmisible que cada día entreguemos más tiempo a una rueda infinita que nos deja vacíos y deprimidos. Cada día trabajamos y más y tenemos menos tiempo para vivir. La metodología es tan siniestra que nos hace sentir “realizados” en la autoexplotación constante.
El mundo neoliberal que habitamos nos insta constantemente a buscar la satisfacción en acumular más, en lograr más, en ser más. Después de mucha lectura para intentar darle marco sistémico a las inquietudes que me atravesaban, entendí que descansar el resistir. Trisha Hersey y su manifiesto sobre el descanso me abrió los ojos respecto de la opresión sistémica sobre nuestros cuerpos, concebidos como meros engranajes para producir. Nos atraviesa una cultura de supremacía blanca y capitalismo. El descanso logra interrumpirlo:
“Mi investigación proviene de un enfoque propio centrado en mis antepasados, que analiza la historia afroamericana, la historia de la esclavitud en esta cultura. El descanso es liberación y parte de un movimiento de justicia, y esa idea se está extendiendo a quien la necesite. (…) No quiero vivir bajo el pretexto de creer que tengo que ser productiva para ser considerada digna. Soy suficiente ahora.”
Muchos estamos recuperando el espacio para soñar, o para soñar despiertos que es muchas veces lo que ocurre cuando disfrutamos un desayuno tranquilo. Al romantizar una actividad chiquita y realizable, puedo abstraerme por un rato del latido constante del afuera que pide más. Cocinar cada vez menos y comer peor no son sencillamente consecuencias de la vida moderna. Son decisiones conscientes de quienes nos alimentan, en un contexto donde nuestros cuerpos son tratados como máquinas para trabajar lo más posible, comer lo más barato posible y disfrutar de la vida lo menos posible.
Quizá puedas empezar con poquito, un par de mañanas por mes o quizá todos los domingos. Tal vez comiences a disfrutar de una buena mañana lenta donde te dediques a leer o escuchar música. Acaso tengas ganas de prepararte alto desayuno, documentarlo y celebrarte.
Tomarse una mañana de manera lenta no necesariamente significa “no hacer nada”, sino implicarnos en actividades que no generen dinero ni “enriquezcan nuestro potencial”.
Me prefiero como una mujer en reposo, contemplativa, con pocos planes. Me elijo curiosa de mi creatividad, que casualmente gusta de aparecer en la quietud y el descanso.
Esta propuesta posible de disfrute se cimienta sobre una premisa concreta: tomarse el tiempo de preparar(se) un desayuno que genere felicidad. No cuenta servirse alimentos de paquetes y disponerlos en un plato. Eso lleva 5’ y es precisamente la clase de alimentación a las corridas que promueve el capitalismo. Es decir, si el que te llena la panza es el complejo alimentario industrial, no vale. La ganancia real radica en entender el rato que pasamos en la cocina como tiempo ganado, o incluso robado al sistema.
Nos convencieron de que debíamos salir a rompernos el lomo laburando mientras ellos se ocuparían de darnos de comer. En ese proceso, casi inadvertidamente, pasamos a ingerir plástico y productos que parecen alimento, pero nutricionalmente no lo son. Los expertos dicen que la comida con la cual rompemos el ayuno es la más importante del día. Sin embargo, la mayoría la saltea o ingiere en 3 bocados algún procesado (¡o ultraprocesado!).
El rato que dediques a cocinar tu primera comida del día constituirá territorio de conquista personal. No necesitás pagar sumas irrisorias para disfrutar de un brunch carísimo. No hace falta que el cafecito cheto de turno avale desayunar porotos o huevos revueltos. ¡Parece una obviedad pero no lo es! Muches recién se animan a probar nuevas opciones cuando las ven legitimadas en un menú.
A manera de inspiración, quisiera compartirte unos cuantos desayunos que tuve el privilegio de probar en distintos puntos del planeta. Algunos te resultarán familiares; otros quizá te hagan decir: “podría ser”. Espero es que ninguno te genere un rotundo no. A todes nos han preguntado: “¿Y cómo sabes que no te gusta si nunca probaste?”.
Al menos en lo que respecta a la gastronomía, no podría estar más de acuerdo.
🌎 5 desayunos del mundo 🌎
USA
¿Los reyes de los ultraprocesados? Sin dudas, pero también normalizaron comer panceta en la mañana y eso amerita alabanza. Siempre me resultó gracioso que allá cualquier plato que tenga huevo se considere desayuno: una pizza, una hamburguesa, un burrito, un croissant. La clave es entregarse a una experiencia contundente, que cuenta como una comida completa en lugar de una mera colación para entretener el estómago.
INSPO: Eggs any style entre dos panes, en una tortilla de trigo, en biscuits, sobre una tostada o al plato. Papas en distintas versiones: hash browns, breakfast potatoes en cubitos, opcional con cebolla y morrón. Proteínas que te llenen y aporten grasita y sabor. Rúcula, palta, hongos. Quesos que se fundan para amalgamar el bocado con el huevo.
JAPÓN
El estándar de producción de huevos en este país sigue las más rigurosas pautas de calidad e higiene. Por este motivo, los sandwiches de huevo son un clásico imperdible que se vende en todas partes. Los tamago sando son llevan una especie de ensalada de huevo duro picado con mayonesa (marca Kewpie, más sutil precisamente también por la calidad de los huevos que usan). Este relleno se presenta entre dos rodajas de shokupan: ese pan de molde japonés, esponjoso y dulzón, que varios cafecitos trendy ya implementaron.
INSPO: Huevos duros a partir de agua hirviendo, 11’ de cocción exactos. Se refrescan en un Baño María inverso con agua fría con hielo, para pelarlos más fácilmente. Romperlos groseramente y mezclar con mayonesa, queso crema o yogur natural según tus gustos. Rellenar el pan más esponjoso y suave que puedas conseguir. La clave está en usar pocos ingredientes, pero de la mejor calidad posible.
ESPAÑA
A mí me late el corazón fuerte cuando pienso en los desayunos españoles. Disfrutar de una tortilla por la mañana, con pancito y un buen café configura un manjar simple pero efectivo. La clave es contar con algunos productos claves que te ayudarán a darle ese gusto español: un buen aceite de oliva, pimentón de la Vera, huevos de campo. Para abordar estos desayunos, sugiero dejar los prejuicios en la puerta. Quizá necesites 12 huevos para preparar la tortilla a la noche, de manera que te sobre para desayunarla al otro día. Tal vez haya que embeber el pan en abundante oliva y mojarlo en un huevo frito. Sé que suena calórico, pero lo prefiero toda la vida antes que desayunar preparados llenos de azúcar e ingredientes que no puedo pronunciar.
INSPO: Tortilla de papa y huevo, o papa, huevo y cebolla (cada una tiene sus fanáticos y detractores). Pan tostado frotado con ajo, con oliva y tomate rallado. Para hacerla completa, unas fetas finísimas de jamón. Torrejas, similares al french toast, donde la rodaja de pan se embebe en leche con canela y ralladura de limón antes de pasarla por huevo y cocinarla en aceite de oliva.
TURQUÍA
Amé incorporar a mis mates los grandiosos frutos secos que probé en Istanbul. Compré los pistachos más enormes y verdes que jamás había visto, conocí higos secos pero cremosos y muy dulces por dentro, y me arruiné la vida degustando dátiles cuya calidad nunca pude volver a encontrar. Los turcos desayunan como reyes. Disponen en la mesa una extensa variedad de panes, confituras, miel, manteca, quesos, tomate, pepino y aceitunas. El café turco, fuerte y profundo, marida deliciosamente con el abanico de opciones dulces y saladas.
INSPO: Menemen, un revuelto de huevos, tomate, cebolla y morrones con un toque de picante si te gusta. Gozleme, un pan chato relleno tradicionalmente de queso y espinacas que se cocina en la plancha muy rápidamente. Cilbir, huevos poché sobre una cama de yogur natural, terminados con manteca noisette perfumada con ají Aleppo (o el ají molido que tengas).
FRANCIA
No hay dudas que la mejor bollería es francesa. El arte en su preparación, el respeto a los ingredientes, el gusto inconfundible de la manteca. Para inspirarnos en Francia debemos procurar poco, pero de excelente calidad (una constante que se repite: poco pero bueno = MENOS CONSUMO). Siempre equilibran con una fruta o ensalada, ¡no la omitas! La clave es prepararte un lindo plato de frutas cortadas o unos verdes simples con una vinagreta bien hecha:
INSPO: pasar por una buena panadería francesa y llevarse bollería y una baguette. Invertir en manteca de excelente calidad para untar el pan. El croque monsieur y madame son clásicos muy al alcance de la mano para preparar en casa. Inversamente, agarrarle la mano a la técnica del omelette no resulta tan sencillo como parece. ¡La clave es mucha práctica!
Este racconto de desayunos del mundo contará con SEGUNDA PARTE. Son muchos los países que me atravesaron e influenciaron mi manera de comer hoy. En la entrega siguiente será el turno de México, Italia, Corea del Sur, Inglaterra y, por supuesto, Argentina.
Espero que te identifiques en esta posibilidad concreta de disfrutar tus mañanas lentas desde la cocina y el aprecio por las pequeñas cosas. La felicidad puede estar más cerca de lo que pensamos, si frenamos lo suficiente como para notarlo.
¡Resistamos desde la cocina y el descanso! ✊
Me encantó esto 😍
En mi mañana lenta (casi todas, diría ya) de hoy, desayuné mientras escucho esta playlist tranqui (La dejo aquí por si alguien le interesa. No es mia, es prestada. https://open.spotify.com/playlist/64KTxueNrGIn8enH7SP3kb?si=a229a16e3ded48f0) que uso para leer y escribir, mientras leía este news tan lindo y desayunaba mi mate junto con una tostada de pan sourdough con manteca, tomate, pepino y espinaca, ya un clásico para mi.
Creo que me llevaría super bien con el desayuno turco, no así con el norteamericano.
Respecto del tiempo ocupado solo para producir, ayer miraba un video en donde dos personas intercambiaban rutinas. Quien era nocturna, pasaba a levantarse temprano, mientras su amigue hacía al revés. No abordaron en profundidad el tema, pero estaba claro que la estructuración del tiempo es para que las personas no sólo produzcan más, sino para que consuman más; porque las personas que descansan no hacen ninguna de las dos cosas. Si dormis, no producis, ni consumis y a la máquina de hacer platita para quién no la necesita, no le gusta. Así que ¿sabes qué? Ya terminé de desayunar y leerte, asi que me voy a ir a pasear y escuchar un podcast. Agradecida de que puedo elegir el descanso y pensando en cómo, individual y colectivamente, podemos hacer para que la velocidad se apacigüe y las oportunidades lleguen a todos los rincones, porque nadie será libre hasta que todes seamos libres. Hasta la próxima. Que tengas una semana increíble.